Hanni Ossott (1946-2002)
Biografía
Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Nuestra Señora de la Consolación en Caracas. A los 21 años ingresó a la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde se graduó en 1975. Durante sus años universitarios, participó activamente en grupos literarios que la vincularon con figuras destacadas como Luisa Palacios, Alejandro Otero, Mercedes Pardo y Miguel Arroyo.
En 1978, asumió el cargo de Jefa del Departamento de Disciplinas Literarias de la Escuela de Letras, y al año siguiente viajó a Grecia para realizar estudios de filosofía en la Universidad de Atenas. Posteriormente, continuó sus estudios en Londres, Inglaterra, influenciada por el historiador Manuel Caballero, con quien contrajo matrimonio.
De regreso en Venezuela en 1982, inició una relación psicoanalítica con el doctor José Luis Vethencourt, la cual influiría en su obra poética. Desde 1983 hasta 1993, ejerció como profesora de tiempo completo en la Escuela de Letras de la UCV, alternando su labor docente con la traducción, la poesía y el ensayo.
A lo largo de su carrera, publicó diecisiete libros, incluyendo ensayos sobre poesía y traducciones de destacados poetas como Rainer María Rilke, D.H. Lawrence y Emily Dickinson. Entre sus obras poéticas más reconocidas se encuentran "Espacios para decir lo mismo" (1974), "Plegarias y penumbras" (1986), "Cielo, tu arco grande" (1989) y "El circo roto" (1996).
Ossott recibió varios premios importantes a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio Nacional de Poesía Lazo Martí, el Premio Nacional en la II Bienal de Poesía José Antonio Ramos Sucre (1972) por su libro "Formas en el sueño figuran infinitos", y el Premio CONAC de Poesía (1988).
Después de su fallecimiento, sus cenizas fueron esparcidas en los jardines de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV, donde dejó un importante legado como profesora y escritora. En 2008, la editorial venezolana bid & co publicó sus Obras completas, que incluyen sus ensayos y traducciones.
EL HORNO
El horno es un estuche, un vientre secreto
una madre mecánica que manejo con mis fuegos y mi apetencia
Lo obligo a encender sus paredes
lo gradúo
Le digo: abrasa a tu presa
quema su superficie
ablanda su centro
Le digo: trescientos grados… y su pasión obedece
Amante sólo amante suda fuegos y se deja
invadir por el aroma se deja
regar por los desbordes de aquello que quema.
No es un ángulo
ni se abisma en su centro como una esfera
Es sólo caja de calor
alma no circular cuyos ritmos determino.
El horno es una hechura
un preludio
una red, una trampa
el centro de la casa y de la farsa
Por él la saciedad, el olvido, el sueño, la embriaguez
Ronca el horno y no lo sabe
apaga vigilias y luces
quema la presa aniquila al comensal
Se fuga el animal, se hunde un diálogo en la noche
se entibian las razones
el horno se enfría
quedan manchas, huellas de la cena
Los hombres recogen sus abrigos y un cuaderno ahí, una cosa…
Cae
melancólico el sopor.
Es el trabajo del horno impuesto a la fiesta
el rigor del horno
exacto regular
implacable adormidera
mecánica calidez
vientre de la casa
secreto de abuela de hierro y de rejillas.
La reja es otra cosa
y otra el dibujo de la reja
otra y más honda, secreta, es mi división
Y ese invitado, ¡fuera!
si no fuese por mis rejas,
la casa
el otro horno que aquí quema!
(De plegarias y penumbra, 1986)
EL CIRCO ROTO
A todos
«Toda la vida es un drama»
Rafael Cadenas (En una conversación.)
He muerto
he trascendido la muerte
he trascendido la vida
más allá de mí no queda nada
sólo rastrojos
penas.
La fiesta se ha apagado
las luces del teatro ya no existen
estoy en la nada
del Circo no queda sino un traje raído
cansado
descolorido.
(El circo roto, 1987)
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