Olga Malaver (1941)

Olga Malaver, Escritoras colombianas, Mujeres escritoras del siglo XX, Derechos reservados,
Olga Malaver, escritora colombiana

Olga Malaver: La Poesía como Testimonio y Trascendencia

En el vasto panorama de la poesía colombiana, destaca la figura luminosa de Olga Malaver, una autora cuya pluma ha explorado los recovecos del alma humana con una sensibilidad única y una profunda conexión con la naturaleza. Nacida en Armenia, Quindío, en 1941, Malaver ha forjado una trayectoria literaria que la sitúa como una de las voces más relevantes de la poesía contemporánea en Colombia.

El Vínculo con la Poesía y la Naturaleza:

Desde su adolescencia, Olga Malaver ha sentido una profunda vocación por la poesía. Su obra se caracteriza por una fina sensibilidad que se refleja en la manera en que aborda situaciones cotidianas y escenas aparentemente simples. A través de su poesía, Malaver indaga en la esencia misma de la humanidad y su relación con la naturaleza y sus misterios. Sus versos, impregnados de metáforas evocadoras, revelan una conexión íntima con los elementos que nos rodean, una exploración de la inmanencia de los cuatro elementos que conforman nuestra existencia.

Travesía por América Latina:

Durante los años 1971 y 1972, Olga Malaver residió en Chile, una experiencia que marcó profundamente su voz poética. Es en esta travesía por tierras latinoamericanas donde sus versos encuentran raíces en la geografía impetuosa y vibrante del continente. Este tránsito por diferentes territorios ha enriquecido su perspectiva artística y ha influenciado su obra de manera significativa.

Compromiso Social y Cultural:

Además de su labor como poeta, Olga Malaver ha participado activamente en eventos literarios tanto a nivel nacional como internacional. Su presencia en el Festival Internacional de Poesía en Medellín y en el Festival Internacional de Escritores de Bogotá ha sido destacada, demostrando su compromiso con la difusión de la cultura y el intercambio literario.

Legado Literario:

A lo largo de su carrera, Olga Malaver ha publicado una serie de obras que han dejado una huella imborrable en el panorama literario colombiano. Desde su primer poemario "El mismo poema" (1998) hasta "Entre dos luces (sombras y cristales)" (2007), su obra ha sido recibida con elogios y reconocimientos por parte de la crítica y el público. Sus versos, sonoros, delicados y profundos, invitan a una reflexión sobre la vida, el tiempo y la naturaleza humana.

Conclusión:

Olga Malaver es mucho más que una poeta; es una voz que resuena con fuerza, una testigo de su tiempo y una exploradora de los misterios del universo. Su obra trasciende fronteras y culturas, invitando al lector a un viaje íntimo y revelador a través de la palabra poética. En un mundo cada vez más convulso y fragmentado, la poesía de Malaver nos ofrece un refugio, una pausa para reflexionar y reconectar con nuestra esencia más profunda.

Bibliografía:

"El mismo poema" (1998) - Editorial Lucía Muelle
"Esa sustancia tenue" (2001) - Editorial Magisterio, Colección de Poesía Piedra de Sol
"Mudanza a sentidos nuevos" (2003) - Editorial Magisterio, Colección de Poesía Piedra de Sol
"He perseguido mis ojos" (2005) - Editorial Entreletras, Colección de Poesía
"Entre dos luces (sombras y cristales)" (2007) - Tercer Mundo Editores

Algunos poemas

No es un jardín zen

Solamente dispongo
de dos metros cuadrados de hospitalidad
para que bullan las hojas
con un ardor nuevo
y unas cualidades de lo sensible
allí no tengo plantas domesticadas
y hago un gran esfuerzo para que mi cerebro
no les secrete orden
ahora que se juzga sobre objetos
y no sobre significados
busco relaciones con la jungla
con la maraña
así sea a breve escala

son transformaciones simples
paneles solares mínimos
elevados a veinte centímetros de sus raíces
concepción de figuras espaciales
llenas de gozo y brillantes de juventud

para mi corazón
esa pequeña fronda
es una camada de criaturas zumbando
en consumación de su alumbramiento

Algo felizmente cae:
lo arrojó un pájaro
es una afirmación de vida
es una expectativa en un cuenco oscuro
es un erotismo enlazado con la tierra

no es un jardín Zen
carece del símbolo purificador de los lotos
de la arena virgen blanquecina
y de una roca para reconvertir
la distancia del sol con los planetas

mi jardín no es para meditar
es para experimentar la emoción
hasta el sobresalto
y contemplar mi verdor salvaje
encajado entre piedras talladas
es emitir una amistad
que el cosmos me devuelve.


La bañista

Sola... con una desnudez permitida
con una desnudez inocente
como si los vellos estuvieran ausentes de su piel
la presiento en un dominio claro y transparente
desprevenida de cualquier mirada intrusa

la sonoridad del chorro
imita con un glogló de nana
el ancestro del lenguaje humano
y cuatro notas
de las Escenas Risueñas de Schumann
acunan la vivacidad
de un nacimiento
que quiere apropiase del Universo entero
con la fuerza lúdica
de un despertar en la frescura

La espalda se estremece
los brazos tiemblan como ramas
y luego
superando las primeras impresiones
el cuello se extiende lo mas largo posible
y la cabeza se mueve dulcemente complacida

la esponja saturada de jabón
va y viene palpitante por la piel
y con cuidado
se desliza por los pliegues tras el talle
sin alterar el goce rítmico del agua

las huellas plantadas en los pies
se elevan lentamente
y las reservas de limpieza
acentúan su entusiasmo

el cabello arremolinado
desciende como seda desflecada
sobre la frente huida de conciencia
y las orejas
se presentan lustrosas
a su tacto

La bañista es el agua y su energía al mismo tiempo
su alma está en la periferia
y no en el centro
su libertad de momento parece redimida

El círculo mágico del agua
impuso el mimetismo:
su fluido fue eficiente
ante la imagen satisfecha
de confundir el cuerpo
con el medio que lo envuelve

La ducha se acalla
la exaltación aparece empañada en el espejo
y el cuerpo regresa secretamente con la sombra
a la música estridente
a la autonomía imperfecta
a la realidad a ‘secas’

las entradas reales
al juego libre y fantástico
de una bañista
distante de ninfas y de Ledas
se está desvaneciendo
pero alcanzo a preguntarle a Diógenes
-el único filósofo que merece ser nombrado-
por qué tomaba baños de sol y no de agua
y las aristas del cristal en el reloj
le sugieren a mi interior una respuesta:
porque el cuerpo es leve
si el espíritu halla el solaz perfecto.

Lo inmediato es la hoja en blanco

Las raíces no toman agua congelada
quizás por eso no encuentro 
mi palabra inicial.
en la primera mañana de mi historia
esa más vieja que cualquier memoria.

Siempre tengo
como único nivel original
lo más cercano.
Esta hoja de papel
que es un puente
entre un espíritu de danza
y la entrega a lo divino.

Quizás ahora
la hora sin olor ni voces
riega mis raíces
con lloviznas de arco iris
porque percibo un ánimo
de mi primer mañana:
no de palabras pero sí de risas.



¡Libertad... para pensar!

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