Zoraida Torres Bouroncle (19??-19??)
Zoraida Torres Bouroncle, escritora peruana
Obras
- Versos en flor (1952)
Poemas
Reencuentro
Ya cesó de tocar
en mi cerebro,
aquella melopeya funeral,
el recuerdo,
¡Hoy he vuelto a encontrar!
¡Y en un concierto,
alegre,
dulce,
extático,
sumergióse otra vez mi inspiración
y resurge hoy
feliz mi poesía!
Ya volaron los negros pájaros agoreros,
y rompieron las nubes apretadas,
que enrarecían cuanto respiraba.
Azul está la bóveda estrellada,
el sol luce mejor,
la gente es buena,
vuelve a su antiguo rumbo el Universo.
Todo paralizóse al alejarnos;
todo se alborotó,
no hubo ya ritmo,
se entremezcló la vida, absurdamente.
Hoy que has vuelto,
es ya todo diferente,
hay más luz,
más calor,
vuelve la vida
a ser lo que fue ayer.
Dulce amor mío,
¡Contigo retornó
la poesía!.
Destino de estrella
Yo que he crepitado en tantas hogueras,
yo que he sido trama de tantos destinos,
tiemblo acobardada en arder en tu llama
y de entretejerme en tu alba mañana.
Es que con el alma te quiero, te adoro,
y sólo deseo ser luz en tu vida,
pasar alumbrando tu senda un momento
e irme al ocaso, sin ser tu tormento.
Destino de estrella, yo quiero por ti,
porque yo venero tu bondad, tu hombría;
no quieres crepite tu hoguera en la mía
ni me pienses tuya por la eternidad.
Soy sensual torrente, huye de mi cauce
soy llama vistosa, huye de mi fuego
soy como un veneno, no toques mi vaso
soy como la muerte, no escuches mi ruego.
Mi destino escrito en el folio cuarto
de la vida, dice: Maldito el que te ame!
quemará su vida como en una pira
Y pronto sus ojos cerrará la muerte.
Yo que te amo, qué ternura siento por ti,
te exhorto, te pido, te invoco, te ruego,
que apagues tu llama, alejes tu anhelo,
y que para siempre me cierres tu cielo.
Poema del recuerdo
Es para ti, que canta hoy mi dolor
¡amor ferviente y ávido de un día!
vuelca hoy para ti mi poesía,
el dulce néctar de la inspiración.
Poesía fecunda nuestro beso,
a la orilla, esmeráldica del mar,
tus brazos, la cadena de lo eterno,
tu voz modulación de inmensidad.
Mis oídos caracolas marinas
abiertas a tu verbo de ultramar;
“eres cual presentíanse mis ansias”
me decía tu voz que era ansiedad.
Tú en un pueblo olvidado y solitario
desgranas el rosario del recuerdo;
y yo ovillando el hilo del ayer
pongo fin al poema dulce y tierno.
Hasta ti, llegará, amorosamente
venciendo mil kilómetros de olvido,
este poema estriado de pasión,
que en tu memoria escribo.
¡Libertad... para pensar!
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