Adelaida del Mármol (1838-1857 )
Adelaida del Mármol, escritora cubana
Biografía:
Adelaida del Mármol Ballagas fue una destacada poetisa cubana nacida el 10 de marzo de 1838 en la ciudad de Holguín, Cuba. Desde muy temprana edad, se trasladó a Santiago de Cuba bajo el cuidado de su tío Raymundo Mármol Valdés, quien, debido a sus actividades políticas, había sido desterrado a la zona de Melgarejo en Santiago de Cuba. En esta ciudad, Adelaida entabló amistad con la también poetisa Luisa Pérez de Zambrana y juntas formaron parte del cuerpo de redacción del periódico santiaguero "Semanario Cubano".
A pesar de su corta vida, Adelaida del Mármol dejó un legado literario significativo. Publicó un solo volumen de poesía titulado "Ecos de mi arpa" en 1857, aunque este libro se considera inencontrable en la actualidad. Sus poemas también aparecieron en varias publicaciones de la época, como la "Revista de La Habana", "El Kaleidoscopio" y "La Abeja", donde colaboró como escritora. Además, algunos de sus poemas fueron incluidos en la antología "Evolución de la cultura cubana" de José Manuel Carbonell, así como en otras compilaciones de escritoras cubanas.
Adelaida del Mármol también incursionó en la traducción, realizando algunas versiones al inglés de obras literarias, entre ellas "La hija de Jephté" de Lord Byron. Su poesía, palpitante de juventud y exquisita sensibilidad, reflejaba un profundo interés por la naturaleza y abordaba temas como el amor, la discriminación y la desigualdad social de las mujeres de su época.
Lamentablemente, la vida de Adelaida del Mármol fue truncada prematuramente cuando falleció el 16 de octubre de 1857 en Santiago de Cuba, a la edad de 19 años. A pesar de su corta existencia, su legado literario perdura y es recordada como una de las promesas de la poesía cubana del siglo XIX. En su honor, se instituyó en Holguín, Cuba, el Premio Literario anual "Adelaida del Mármol", otorgado al mejor libro de poesía concursante, abarcando las provincias orientales de Cuba.
Obras:
- (1857). Ecos de mi arpa. n. p.
- (1906). “El jazmín de mi ventana.” Ed. Adrián del Valle. El parnaso cubano. Barcelona: Maucci, 1906. 131-33.
- (1910). Ed. Antonio González Curquejo. Florilegio de escritoras cubanas. Tomo I. La Habana: Imprenta La Moderna Poesía. 209-15.
- (1926). Ed. Domitila de García de Coronado. Álbum poético-fotográfico de escritoras poetisas cubanas, escrito en 1868 para la señora Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. La Habana: Imprenta de El Fígaro. 126-34.
- (1978). “Razones de una poetisa, improvisación (fragmento).” Eds. Cintio Vitier and Fina García Marruz. Flor oculta de poesía cubana. Siglos XVIII y XIX. La Habana: Editorial Arte y Literatura. 174-75.
- (2011). “Razones de una poetisa.” Ed. Milena Rodríguez Gutiérrez. Otra Cuba secreta: antología de poetas cubanas del XIX y del XX. Madrid: Editorial Verbum. 84-86.
Poemas
El jazmín de mi ventana
Lindo, esbelto, delicado,
con ramajes de esmeralda,
es bellísima guirnalda
a mi reja entrelazado;
de flores mil esmaltado
lo miro cada mañana,
suaves perfumes emana
de sus pétalos de nieve,
y dulce mi alma conmueve
el jazmín de mi ventana.
Cuando risueña aparece,
velada en gasas la frente,
el alba allá en el Oriente
y suave fulgor ofrece;
cuando el cielo se embellece
con las sonrisas que emana
su faz de zafir y grana,
antes que Febo la abrume,
voy a aspirar el perfume
del jazmín de mi ventana.
Para él lágrimas la aurora
vierte en cascadas de perlas,
y va el céfiro a beberlas,
con languidez seductora;
esta planta encantadora,
nacida en la tierra indiana,
aunque púrpura galana
no tiñe su blanca frente,
inspira más a mi mente
el jazmín de mi ventana.
Cuando la Luna apacible
con sus rayos lo ilumina,
mi débil frente se inclina
sobre su ramo flexible,
y mística, indefinible
felicidad sobrehumana,
de los ángeles hermana,
a mi alma infantil desciende,
porque entonces me comprende
el jazmín de mi ventana.
Por no causarle dolores,
nunca adorné mis cabellos
con esos ramos tan bellos
que forman siempre sus flores;
y a los divinos albores
con que hermosa se engalana
del trópico la mañana,
con celestial embeleso
en cada pétalo un beso
di al jazmín de mi ventana.
Flores atesora abril
de suavísimos olores,
ricas en forma y colores,
siendo galas del pensil;
mas aunque lucieran mil
con su hermosura temprana,
camelias, mirtos y liana,
rosa, clavel y amaranto,
no tienen el dulce encanto
del jazmín de mi ventana.
Cuando descanse yo un día
en la mansión solitaria,
y se escuche una plegaria
en torno a la tumba mía,
bajo la lápida fría
fin de esta existencia vana,
do la vestidura humana
para siempre allí reposa,
que crezca sobre mi losa
el jazmín de mi ventana.
La paz en nuestro hogar
A mis hermanos
Apacible, risueña, venturosa,
cual página más bella de su historia,
como raudal de ensueños de oro y rosa
que goza en recordar nuestra memoria,
como antorcha que alumbra esplendorosa
las horas de la vida transitoria,
que «La paz en nuestro hogar» florido
quiso formar su delicioso nido.
Ella todo lo encanta y embellece
con sus luces tan suaves y adorables
y a la mente constante hoy ofrece
por doquiera emociones inefables,
ninguna pena aquí nos entristece
y las horas transcurren agradables
en la mansión hermosa de contento
do el amor fraternal tiene su asiento.
¡Ah! Cómo admiro este feliz recinto
por su elegancia, gusto y simetría,
por tantas flores de color distinto
que ofrecen su dulcísima ambrosía;
entusiasmada a veces yo las pinto
en los cantares de la lira mía,
¿y cómo no cantarlas, si son ellas
interesantes, púdicas y bellas?
No del mundo los fútiles placeres
en nuestro hogar imperan seductores,
ni el brillo, la ambición y los poderes
tienen ecos aquí halagadores,
empero en él existen nobles seres
que desdeñando el fausto y los loores,
sus horas de solaz y de alegría
consagran a la música y poesía.
Aquí nuestra existencia se desliza
tan igual, apacible e inocente
como las ondas diáfanas que riza
el céfiro en la nítida corriente,
la dicha los objetos poetiza,
y no ocurre jamás a nuestra mente
hallar un porvenir más halagüeño
que este presente, plácido y risueño.
Y dan mayor encanto a este paisaje
formado de contornos deliciosos
por ángeles que con célico lenguaje
expresan sus ideas venturosos,
al mirarlos dormidos entre encaje
querubines parecen amorosos,
de la inocencia envueltos entre el velo
y enviados a la tierra desde el cielo.
Consoladora Paz, yo te bendigo,
por ti será mi voz tierna, elocuente,
porque siempre tu antorcha va conmigo
y tus luces derramas en mi frente,
muéstrame siempre tu semblante amigo,
cúbreme con tu manto eternamente,
y gozaré de venturosa calma
junto a los seres que adora mi alma.
A la adorada memoria de mi padre
(publicado el 7 de enero de 1855, pp. 6-7)
Há largo tiempo que en tus cuerdas, lira
La paz no busca mi sensible pecho,
Que de un ciprés ¡oh fúnebre memoria!
Yaces colgada.
Del árbol ¡ay! Que con sus verdes ramas
La tumba cubre de mi padre amado,
El que en la tierra de virtud sublime
Fuera un modelo.
Como se oculta en occidente Febo
Huellas dejando de su noble paso,
Así mi padre de sus hechos dignos,
Deja memoria.
Memorias tiernas que grabadas yacen
En lo profundo de las nobles almas
Pues ellas siempre venerar supieron
Al hombre justo
Mi padre ¡ay Dios! Mi desdichado padre¡
Cuanto me es dulce pronunciar su nombre!
¡Y cuantas vierto a su recuerdo santo
Lágrimas puras!
Tú sabes bien, mi lira que en tus cuerdas
Creyendo a veces encontrar la calma,
Cantar quisiera, más el llanto entonces
Nubla mis ojos.
La voz del ave que gozosa canta
Al esplender el manantial lucero,
Ya no me inspira como en otros días
Cántico suave.
Ni del arroyo el murmurar sonoro,
Ni de la luna el vacilante rayo,
Ni de la flor el perfumado broche...
¡Nada me mueve!
Y solo encuentro á mi penar consuelo
Cuando la «noche del dolor amiga»,
Su negro manto sobre el mundo vasto
Tiende callada:
Y ruborosa como virgen casta
Su faz asoma la plateada estrella,
Sobre la tierra con amor lanzando
Vivos reflejos.
En esa hora de misterio augusto
Dirijo al cielo los dolientes ojos,
Y el alma allí de mi adorado padre,
Ver imagino.
Y a mi memoria los recuerdos vienen
De aquellos días que a su dulce lado
Pase en el campo, de su boca...
Máximas.
Bibliografía:
- Proyecto Escritoras Latinoamericanas del Diecinueve ELADD. https://eladd.org/otras-autoras/adelaida-del-marmol/
¡Libertad... para pensar!
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