Cristina Rodríguez Cabral (1959)

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Cristina Rodríguez Cabral, escritora uruguaya 

Biografía

Cristina Rodríguez Cabral, nacida en Montevideo, Uruguay, en 1959, es una destacada escritora y académica afrouruguaya que ha dedicado su vida a la lucha contra el racismo y la opresión de género a través de la literatura y la militancia social. Se graduó con dos licenciaturas, una en Sociología y otra en Enfermería, profesión que ejerció durante algunos años en Uruguay antes de continuar su formación académica en los Estados Unidos. 

Obtuvo una maestría en la Universidad de Indiana, Pennsylvania, en 1999 y un doctorado en Filosofía en la Universidad de Missouri, California, en 2004, convirtiéndose en la primera afrouruguaya en recibir un doctorado en filosofía de esa universidad. Actualmente, reside en Estados Unidos, donde trabaja como investigadora y profesora universitaria, siendo una voz fundamental en la literatura afrouruguaya contemporánea.

Desde temprana edad, alrededor de los 11 años, Cristina comenzó a escribir literatura, iniciando su camino literario con publicaciones en el semanario cultural de la organización Mundo Afro, donde también militaba por los derechos de los afrodescendientes en Uruguay. En 1986, su prosa "Bahía, mágica Bahía" recibió el Premio Casa de las Américas, marcando un hito en su carrera como escritora. Su obra literaria, mayormente estudiada por académicos norteamericanos, se caracteriza por ser una manifestación de resistencia a la marginación y opresión tanto racial como de género, y por un fuerte compromiso con recordar y reafirmar los valores heredados de su familia y de África.

Los primeros trabajos de Rodríguez Cabral se centran en sus sentimientos y experiencias íntimas desde la perspectiva de una mujer negra hispanoamericana. Sin embargo, después de 1995, su obra literaria comienza a incluir temas relacionados con la militancia social, el racismo y la identidad cultural, transformando su poesía en un espacio de resistencia y memoria. 

A pesar de su notoriedad internacional y de aparecer en revistas reconocidas como "Afro-Hispanic Review," su obra sigue siendo escasamente estudiada en Uruguay. Para Rodríguez Cabral, la poesía es más que un arte; es una forma de resistencia y una herramienta de compromiso social que refleja su continua lucha por la igualdad y la justicia.


Obras

1986, Bahía, mágica Bahía (Premio Casa de las Américas)
1987, Pájaros sueltos
1988, Entre giros y mutaciones
1989, Desde el sol
1989, La del espejo y yo
1989, De par en par
1992, Quinientos años después y hoy más que nunca
1993, Desde mi trinchera
1996, Pedirán más
1998, Memoria y resistencia
1999, Noches sin luna, días con sol
2004, Memoria y resistencia (antología)

Poemas

Candombe de resistencia

    Latina,
       hispana,
          sudamericana
    con sangre africana latiendo en mis venas,
    soy, ante todo,
    un ser humano;
    una mujer negra.

Mi abuela fue lavandera
y mi abuelo historiador.
Mi abuelo hablaba del racismo
y del deber de cada Negro
de mostrar, siempre de sí mismo,
lo mejor,
de dignificar su procedencia ancestral
de enorgullecerse de su acervo cultural.
Los vecinos del barrio, familiares
y amigos,
decían que el abuelo estaba loco
por leer tantos libros.

La abuela de mi abuelo
de niña fue esclava;
dijo que su hijo
sería la última generación esclava
en la familia,
y en el Uruguay.
Luego...
le regaló su primer libro
sembró la primera flor.
La tatarabuela flameaba en su sangre
la bandera libertaria;
ella dijo que sus hijos
serían libertados,
principalmente,
de la ignorancia.
Y así…
el jardín resurgió.
El abuelo mamó
su noción de libertad,
así como
heredó su pobreza
y el compromiso
genealógico
de ser cada día mejor.

Mi bisabuela no se equivocó
al decir que seríamos libres,
sobre todo de la ignorancia;
el abuelo tampoco se equivocó
al pensar que aceptaríamos
nuestra africanidad uruguaya
y la dignificaríamos.

Mi madre no heredó
esa loca pasión por los libros,
así como tampoco vaciló
en curvar su espalda
lavando pisos
para poder pagarme
la mejor educación posible.

Ella se dijo a sí misma
“fertilizaré la tierra
para que crezca la flor”.
Y así se convirtió
en una gran dama
de manos callosas
y mirada tierna.

De ahí he surgido yo,
navegando libros,
    mares,
y penas;
otro eslabón
que se suma a la cadena.
Queriendo cumplir
la promesa de la bisabuela,
y guardando la sabiduría del abuelo
en mi pecho
    y en mi conciencia.
Hija de Ogún,
    águila
       mujer
          guerrera.

Mi hija es también otra guerrera,
bebe a diario del bagaje cultural
          ancestral
y genealógico
de intentar ser cada día mejor.
Tal vez, tan solo
a contar esta historia
he llegado yo al mundo,
en este tiempo
y derribando fronteras;
desde el lado sur del continente
donde las sombras se extienden
pretendiendo invisibilizar
nuestra presencia.
Soy una negra uruguaya,
parida en la América Mestiza
con sangre Africana templando
el tambor de mis venas.
Latina, Hispana, Sudamericana
qué más da.
Soy ante todo
un ser Humano,
una Mujer Negra.

(De Memoria y resistencia, 2004: 17-20)



Acapulco II (El mercado)

Cinco semanas entre el olor a frutas,
entre un aroma de flores y montañas;
cinco semanas entre música viva
y pequeños pasos tras los turistas,
entre máscaras, cerámicas, telares,
y collares entretejidos por voces náhuatl.
Cinco semanas de contacto con la vida bulliciosa
con la flagelante sonrisa de América Latina.
¿Y la Revolución?
       Los indios tienen hambre;
¿y la revolución?
       Los campesinos sin sus tierras,
¿y la revolución?
       Los gringos no hacen cola
       ni pagan entrada en la discoteca.
Pa' que sirvió tanta sangre güey,
tanto discurso,
tantas promesas.
Mango, sandía, guayabas
olores dulces que circulan sueltos,
más tortillas, más frijoles…
—No te rajes cabrón—
Para los indios y los negros,
la revolución siempre queda para mañana.

(De Afro Hispanic Review 24 2, 2005. 197)
¡Libertad... para pensar!

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