Laura Castillo (1990)
Biografía
Laura M. Castillo Montañez es una poeta y abogada colombiana egresada de la Universidad Externado de Colombia, cuya obra se distingue por su sensibilidad hacia los instantes cotidianos y su capacidad para expresar lo efímero y lo perdurable en la experiencia humana. Ha sido reconocida tanto a nivel nacional como internacional, consolidándose como una de las voces más prometedoras de la poesía contemporánea nacida en los años noventa en Colombia.
En 2017, su primer libro, Prolongación de la lluvia, fue galardonado con el XX Premio Nacional de Poesía de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, posicionándola como una poeta de gran proyección. Su poema "Instante" fue destacado y publicado por la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida en el artículo "Poetas colombianos nacidos en los noventa".
Laura ha recibido varios reconocimientos importantes, entre ellos, una mención de honor en la categoría de Poesía en el Tercer Concurso de Escrituras Creativas (2014) de BibloRed. También ha participado activamente en talleres literarios, como los organizados por BibloRed y la Casa de Poesía Silva, y fue invitada al VII Festival de Poesía y Narrativa Ojo en la Tinta en 2015.
Además de su escritura, forma parte del Comité Editorial de La Raíz Invertida, una revista electrónica que impulsa nuevas voces poéticas y debates literarios. Su obra ha sido incluida en diversas antologías de poesía, entre ellas: Antología de poesía colombiana contemporánea (1953-2015), compilada por Ramón Cote Baraibar; Luz sin estribos (2019), que reúne poetas colombianos y cubanos nacidos después de 1980; y Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas.
Obras
Prolongación de la lluvia (2017).
Poemas:
Instante
La abuela solía guardar el pan
en un canasto colgado del techo,
decía que los gatos andaban con su sombra
y en ella cargaban los trozos de pan conseguidos.
A diario, yo preguntaba,
si el gato también anudaba a sus uñas
los gramos de humo que esculpían la cocina.
Ella, con sus inmensas manos recogía mi rostro,
tumbaba sus dedos en la soga
y del techo se abismaba la canastilla.
Entonces yo inclinaba la angustia en los pies,
observaba las figuras humeantes,
la cesta en manos de la abuela,
el gato vigilante en la cornisa,
y el fogón hervir en su extensa oquedad.
La abuela siempre supo cómo ser
instante en la memoria.
Ausencia
Para nombrar la ausencia,
puedo concentrarme
en la palabra que espera la abuela al despertar,
en la presencia de un ave negra
sobre el portón de la vieja casa,
varios años atrás.
En definitiva, puedo situarme en aquel instante
en que el suelo se transforma en ceniza
y el gallo canta por última vez
la sombra del abuelo.
Augurio
Las mujeres suelen medir
la proximidad de la lluvia
en la ondulación
que proyectan sus pañolones.
Cuando llega el momento,
sus caderas se abisman por la ranura de las puertas,
y como eco en el fondo de un cántaro,
resuena en los oídos de los niños
el vocablo extenso de las madres.
¡Libertad... para pensar!
Comentarios
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