Nanny Zuluaga Henao (1984)
Biografía
Nanny Zuluaga Henao, nacida en 1984 en Unguía, Chocó, es una poeta, gestora cultural y profesional en Trabajo Social destacada en el panorama literario colombiano. Magíster en Estudios y Crítica Literaria por la Universidade Federal de Juiz de Fora (UFJF), Brasil, ha combinado su formación académica con una vida dedicada a la creación poética, la promoción cultural y la defensa de la memoria afrocolombiana. Desde su infancia mostró un temprano talento para la escritura, participando a los 12 años en la antología Entre la sangre y la sabia (1996) y publicando su primer poemario, Anuncio de luna , a los 15 años.
Nanny es cofundadora del Colectivo de Escritoras de Urabá "Las Musas Cantan", un grupo que trabaja por visibilizar las voces femeninas en la literatura y la cultura de la región. Este colectivo se ha convertido en un referente de resistencia cultural, ganando reconocimientos como el otorgado por la Gobernación de Antioquia en 2016. Su trabajo como poeta ha sido difundido en diversas antologías, incluyendo Policromías Literarias (2013), Grito de primavera (2016), y Mujeres Escritoras en la Memoria de Antioquia (2017), además de su participación en el XXXI Encuentro de Poetas Colombianas del Museo Rayo en 2015.
En su obra, Zuluaga Henao explora la memoria, la identidad afrocolombiana y la relación con el territorio, tejiendo una poesía de profunda conexión con sus raíces. Entre sus libros más destacados se encuentran Más de colores (2012) y Bullé: Poesía de la memoria afro, que resalta el legado cultural de las comunidades afrodescendientes. Además de su labor como escritora, es editora, traductora español-portugués, crítica literaria y teórica. Su trabajo ha sido presentado en universidades, talleres y revistas académicas en Colombia y Brasil, así como en recitales y antologías internacionales.
Obras destacadas
- Anuncio de luna (1999)
- Más de colores (2012)
- Bullé: Poesía de la memoria afro
- Entre la sangre y la sabia (1996)
- Policromías Literarias (2013)
- Grito de primavera (2016)
- Mujeres Escritoras en la Memoria de Antioquia (2017)
Poemas
El silencio de una mujer negra
El silencio de una mujer negra
no es obediencia:
es insignia de sus luchas
amores, dolor y resistencia.
Alguna portará la mano en la boca
con las uñas incrustadas en la piel
agarrando el grito que no se le permite
exprimiendo el ceño para contener las lagrimas
Ella ocultará conversaciones nocturnas
personificará su propio juicio
con quien no está en cuerpo carnado
Vivirá su condena en el encuentro con los muertos
aquellos que viven entre nosotros
aquellos que hablan desde bocas que no les pertenecen.
Habrá quien en silencio
abrirá espacio entre lo dicho y lo oculto
para una larga sombra que se extiende desde una boca
devastadora y cruel.
A ella no la silenciaron,
ella decidió callar.
El silencio abre paso al lenguaje del cuerpo
brilla con la intensidad del negro universo
con la fuerza de atracción de una ligera sonrisa.
Abre las puertas a las brasas de un corazón
dispuesto a incendiar el fondo de los siete mares.
El silencio de una mujer negra
es la pausa musical en el pentagrama del cuerpo
donde es imposible conocer todas las palabras.
Canción del Retorno
Vientre,
recinto de voces chocoanas
en la hamaca de sus líquidos vitales.
Sílabas encajan como frutos
en las ramas sanguíneas de la placenta
y las consonantes tejen sus cuerpos lánguidos
en la raíz del cordón umbilical.
En el vientre, descubrí el sabor y el ritmo
haciendo gárgaras con la sangre de mi madre,
estiré mi figura esquelética,
conocí la fuerza de sus carnes
¡y su grito de guerra!
Nos reconciliamos en el murmullo de la caricia
y en el rezo que no pide ser enunciado.
Una
a una
las palabras graban en mi cuerpo incipiente:
el tongoneo de agua dulce
en las enaguas del golfo de Urabá
y el eco de los palafitos,
que cortan la corriente
mientras las champas repican sin tamboreros.
Cada palabra que burbujea en este vientre
es la evocación de voces antiguas
que bordan el camino de regreso
a la primera mujer,
a la primera casa,
al primer vientre.
Patirrusia
Los pasos agrietados de tizón ardiente,
ocultan entre las cenizas,
una cola de sirena contoneándose
entre edificios y el polvo de los carros.
Patirrusia
pedazo de manglar crepitante,
en el fuego de las costumbres.
Mujer que recorre las doce casas del Parqués,
con el atado de hierbas para las comidas.
Canto de reminiscencia a la vida.
Matrona de piernas gruesas,
enraizadas entre cangrejos, peces y camarones
que sazonan los cuentos de las viejas,
cuando en la cocina añoran la bajamar,
en tierras de agua salada.
Patirrusia
sirena de escamas blancas,
que tarareas los ritmos del agua
anhelando ser lluvia,
en el vapor del asfalto.
La Madre monte
La Madre monte es una mujer negra:
guarda semillas en sus cabellos,
finas hebras agolpadas como tubos de coral
donde los pericos anidan en semana santa
y ocultan sus pichones.
A su pronunciada cintura, amarra con bejucos
puñados de lluvia y viento,
suturas para las ramas rotas en invierno,
ungüento para la quemadura de las hojas en verano.
En su libro de retoños secos, clasifica esqueletos de árboles,
y escribe versos a su angustia.
El canto de la Madre monte
es una bandada de guacamayas,
de alas extendidas entre nubes y arboledas,
pinceladas de brocha gorda en el lienzo de la mañana.
La Madre monte, en su vientre voluptuoso,
gesta la abundancia salvaje,
el lamento serpentino
y la poesía de la selva.
¡Libertad... para pensar!
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