Maruja Pereyra Barrios (1906 - ?)

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Biografía

En una época donde ser mujer, negra y militante era triple carga y triple desafío, Maruja Pereyra supo ser más que testigo: fue protagonista. Su escritura, comprometida y directa, fue una chispa que encendió conciencias en los márgenes de una sociedad que aún no había aprendido a escuchar a sus hijas más silenciadas. Nacida en Uruguay en 1906, Maruja fue periodista, activista y figura clave en la construcción de una conciencia política afrodescendiente con perspectiva de género.

Desde las páginas del periódico Nuestra Raza, uno de los espacios más significativos del pensamiento afro en el Uruguay del siglo XX, Maruja no solo escribía; organizaba, denunciaba y alentaba. Allí impulsó la columna Lo que piensan nuestras mujeres, donde junto a Iris Cabral defendieron la soberanía de Etiopía —símbolo de resistencia negra frente al imperialismo— y cuestionaron el lugar relegado que ocupaban las mujeres negras dentro y fuera de los movimientos políticos.

Pero su militancia no se quedó en el papel.  Fue delegada en el Primer Congreso Nacional de Mujeres en 1936, fundadora del Partido Autóctono Negro y artífice del Comité de Mujeres Negras, el brazo femenino del partido, desde donde llamó a sus compañeras a la acción política, a no esperar que las luchas fueran solo de los hombres ni que las transformaciones cayeran del cielo. En su voz vibraban tanto las urgencias sociales como el anhelo de una ciudadanía plena.

“Mujeres negras, no deben ni pueden permanecer indiferentes frente a esta lucha...”, escribía en “Páginas para ustedes”, columna desde la cual alentaba a la participación política femenina. Su discurso, lejos de la victimización, era una invitación a la dignidad activa: estudiar, organizarse, construir. Porque ella sabía que la educación —esa que la suya le había costado robarle al tiempo de los oficios humildes— era una herramienta de emancipación colectiva.

Maruja fue también parte de la memoria afectiva y política de su tiempo: esposa del poeta Pilar Barrios, colega de escritores, obreros, artistas y tipógrafos afrodescendientes que tejieron una red de resistencia desde los márgenes del privilegio blanco. Fue una de las firmantes del manifiesto “Las mujeres negras a sus hermanas de todo el país”, en ocasión del centenario de la abolición de la esclavitud, un documento que hoy resuena con fuerza inusitada por su llamado a la sororidad y la lucha interseccional.

De su muerte poco se sabe, pero su vida dejó huellas que no se borran. No necesitó grandes cargos ni reconocimientos oficiales. Su legado está en la palabra impresa y en la organización colectiva; en la convicción de que la lucha antirracista también es feminista, y que la historia —por mucho tiempo narrada desde el centro— se reescribe desde los bordes.

Hoy, más que nunca, recuperar la figura de Maruja Pereyra es hacer justicia con las pioneras del feminismo afro en América Latina. Porque sin su voz, nuestra historia está incompleta.


¡Libertad... para pensar!

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