Sarah Kirsch (1935-2013)
Biografía
Sarah Kirsch fue una de las poetas alemanas más relevantes del siglo XX, destacada por su voz lírica profundamente política y ecológica. Nació como Ingrid Hella Irmelinde Bernstein el 16 de abril de 1935 en Limlingerode, en una región que tras la Segunda Guerra Mundial pasó a formar parte de la República Democrática Alemana (RDA). Adoptó el nombre "Sarah" como gesto de protesta contra el Holocausto y en homenaje a las mujeres judías obligadas por los nazis a portar ese nombre como marca de segregación. Tomó el apellido Kirsch de su esposo, el poeta Rainer Kirsch, con quien se casó en 1960 y de quien se divorció en 1968. Más tarde tuvo un hijo con el dramaturgo Karl Mickel.
Formada inicialmente como bióloga, Kirsch encontró en la literatura el terreno fértil para cultivar una mirada crítica, amorosa y a menudo melancólica sobre su entorno. Ingresó al Instituto Literario Johannes R. Becher en Leipzig, donde compartió el clima intelectual del pensamiento utópico y la herencia de Ernst Bloch, antes de consolidarse como una figura poética singular en el contexto restringido de la RDA. Publicó sus primeros libros en editoriales estatales como Volk und Welt, en un país que le negaba el derecho a viajar al extranjero y le imponía fuertes límites a la libertad de expresión.
En 1976, firmó una carta pública de protesta contra la expatriación del poeta y cantautor Wolf Biermann, quien había sido sancionado por sus críticas al régimen. Como consecuencia, fue expulsada de la Asociación de Escritores de la RDA y sufrió el aislamiento cultural: las editoriales dejaron de publicar sus textos, y fue objeto de vigilancia por parte de la Stasi. Un año más tarde logró abandonar el país, instalándose primero en Berlín Occidental y luego, en 1983, en Tielenhemme, una aldea del norte de Alemania, cerca de la frontera con Dinamarca, donde vivió dedicada a la escritura, la jardinería y el cuidado de los animales.
La poesía de Sarah Kirsch, musical, naíf y en apariencia sencilla, esconde una complejidad formal que desarma las estructuras gramaticales tradicionales. En sus versos, el encabalgamiento fluye con libertad, y su tono íntimo explora tanto el amor como la violencia política, la memoria, la tierra, el paso del tiempo, y los vínculos humanos y no humanos. Su mirada, a menudo ligada a la naturaleza, revela un firme compromiso ecológico. Como otros autores alemanes, expresó su fascinación por el sur de Europa, en especial la Provenza francesa.
Kirsch fue miembro del PEN Club y de la Academia Libre de las Artes de Hamburgo. Rechazó formar parte de la Academia de las Artes de Berlín. También ejerció la docencia como profesora invitada en las universidades de Kassel y Fráncfort, y fue reconocida como profesora honoraria en Tielenhemme. Su obra mereció numerosos reconocimientos, entre ellos el prestigioso Premio Georg Büchner de la Academia Alemana de la Lengua y la Literatura, el Premio Petrarca, el Premio de la Accademia Tedesca Roma Villa Massimo y el Premio Austriaco de Literatura Europea.
Publicó más de treinta libros, de los cuales al menos quince son de poesía. Su legado literario, marcado por una escritura de resistencia, belleza e ironía suave, ha sido traducido a numerosos idiomas, incluido el español. Sarah Kirsch murió en Heide el 5 de mayo de 2013, dejando una huella indeleble en la literatura alemana contemporánea.
Obras traducidas al español
- El sol borracho, trad. A. M. Ballesta Cervantes, Vitoria: Agruparte, 2000.
- Poesía reunida, trad. José Luis Reina Palazón, Benalmádena: E.D.A. Libros, 2006.
- Reino de la tierra, México: Fondo de Cultura Económica, 2010.
Poemas
Siete pieles
La cebolla yace pelada y blanca sobre la cocina fría.
Brilla desde su más íntima piel al costado del cuchillo.
La cebolla sola. El cuchillo solo. El ama de casa
bajó corriendo las escaleras llorando - estaba tan afectada
por la cebolla o por la posición del sol sobre
la casa de al lado.
A menos que ella regrese, a menos que ella regrese pronto,
el marido encontrará a la cebolla apacible y
al cuchillo cubierto de niebla.
Estrellas simples
Envanamente bella la
Puesta de sol de febrero en el
Borde franjeado del pantano.
El corazón tiene una grieta
No sabe si
Va a ver marzo
Los ojos de violeta.
El aire ya huele a nieve
El aire ya huele a nieve, mi amor
Usa el pelo largo, ah el invierno, el invierno que
Nos arroja uno contra el otro se acerca, viene
Con la velocidad de los galgos. Flores-de-hielo
Desparrama en la ventana, los carbones resplandecen en
la estufa, y
Tú hermoso blanco como la nieve apoyas tu cabeza en mi
Falda
Yo digo eso es
El trineo que ya no se detiene, la nieve cae
En el medio de nuestros corazones, brilla
Sobre los contenedores de cenizas Querido susurra
el mirlo.
Luna lustre humo
Camino para adelante pienso
Para atrás muy lejos
Está mi corazón del tiempo
De antes nada más quedó una
Risa así que sigo el
Camino no recuerdo nada más
Alforja
Tuve que aprender muchos conjuros
Con suma audacia en el bosque prusiano
Garabatear pentagramas el pequeño país
Abandonar de noche bajo la niebla a los reyes también
Y ser libre de nuevo.
Los cazadores, los afanosos guardianes de pasadizos
A cargo de la vigilancia. Me aguantan así
Hoy y mañana detrás de la cerca.
No tengo intención de morir de nostalgia.
Tengo imágenes indisolubles en mi cabeza
Aclaran los oscuros. Puedo sentarme en Palermo
Y sin embargo, caminar por los campos de Mecklenburg
Por el rastrojo amarillo el campesino me agita el sombrero.
Las golondrinas planean frente a la ventana
Sombras familiares, me encuentran
Dondequiera que esté y sin desesperación.
Soledad de bosque
En el crepúsculo
Está mi ruiseñor
Negro se posa el viento
Sobre la tumba de Arnim.
Noviembrejunio
La noche en que la
Lluvia cayó sobre
El poema lo
Comió
Pasan días pasan
Noches ella corre en
La luz de la luna entre
El cielo y la tierra
¡Libertad... para pensar!
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