Carmen Ortiz González (1916-2002)

Carmen Ortiz González, escritora colombiana

Biografía

Carmen Ortiz González nació un 5 de mayo de 1916 en Piedecuesta, y murió el 17 de septiembre de 2002 en Bucaramanga. No fue solo una poeta; fue una periodista pionera, una gestora cultural y una voz en la radio. Llegó a dirigir el diario El Frente en una época donde pocas mujeres habían ganado estos espacios, esta hazaña le valió el premio “Bagatela de Oro”. Fue la voz detrás de programas como “Mundo Femenino”, labor que fue reconocida con un Golden Microphone internacional. 

Fue autora de siete poemarios publicados entre 1961 y 1993, su obra es un refugio para quienes buscan entender las profundidades del alma humana. Con un estilo que navega entre el modernismo y el existencialismo, Carmen se atrevió a poetizar los temas más duros: el dolor, la muerte, el abandono y el silencio.

Su libro Estación del ritmo fue galardonado con el primer premio del Concurso Emilio Pradilla, teniendo como jurados a Jorge Rojas y Aurelio Arturo. Por otra parte, Jorge Zalamea, no dudó en calificarla como la más grande poeta colombiana. Sin embargo, a pesar de estos elogios, una etiqueta despectiva la condenó: la de "poesía regional". Sus libros tuvieron tiradas cortas, su difusión fue limitada, y su figura se fue desdibujando en el panorama nacional.

Carmen Ortiz representa a esa legión de artistas que, alejadas de los reflectores, crearon obras de una calidad inmensa. Su reclusión en Santander no fue una limitante para la profundidad de su pensamiento. Afortunadamente, en los últimos años de su vida y tras su partida, se hicieron esfuerzos por recopilar su legado en antologías como Poemas (1999) y 33 poemas (2001).

Poemas

Peso

Adherido al paisaje mi cuerpo se curva
como los frutos en verano
y mis pulmones piden oxígeno
al azul secreto de las aguas.

Yo no quiero más tierra para mis hombros,
ya no quiero más cielo para mis ojos.
Feliz el que no sabe de este peso que agobia
y el que no ha visto morir en sus manos
estrangulado el sueño como racimo de palomas.

Feliz el que desde sus abismos
puede mirar tranquilo un rebaño de turpiales
y llenarse de estrellas y de frutos la boca.

Pesa el alma, pesa el cuerpo, pesan los ojos.
Y hay un límite entre la tierra y el hombre,
después polvo tapándonos la cara
y más allá la levedad o el peso de Dios.

Yo no quiero más tierra para mis hombros,
Yo no quiero más cielo para mis ojos.
Los hombres lloran frente a las puertas
cargados de sueños rotos.

Percibimos el misterio de Dios en todos los sitios.
A nuestra espalda se confunde y se evapora el hombre
y yo estoy sola sosteniendo al mundo entre mis manos.


Única en mi dolor

Yo estoy sola en mi casa de dolores,
no percibo el rumor de los de afuera.
Es un olvido de todos los comienzos
y de todas las cosas exteriores.

Sobre mis riberas de silencio
hay niños pintando corazones.
Qué importa que me duelan estas formas
si yo estoy sola entre mi dolor y mi silencio.

Entre Dios y yo, aislamiento.
Entre el hombre y yo, un paréntesis.
Estoy anclada, sola
en mi último momento.


El dolor de la muerte

"Morir es vivir dentro del pensamiento de la muerte."
Jean Paul Sartre

No es morir irnos para siempre,
morir es estar siempre dentro de la muerte.
¿Se pierde la vida y qué es la muerte?
Los años van esfumándose
en pedazos de vida y de muerte.
Y nunca sabemos qué es la vida,
qué es la muerte.

Aquí oscuridad, signos de silencio...
Y miramos la tierra y los hombres girando
en una sucesión de días y de noches,
y miramos los niños haciendo y prolongándose
en cartabones de sangre que un día midieron
la eternidad del hombre y el espacio.
Siente el hombre el filo de un cuchillo
entre sus venas y sus carnes
y contempla la soledad de los mares
convirtiendo en agua salada los sueños
y mira la vida correr por entre las venas
que van cerrándose al paso del tiempo
y piensa en sus raíces extendidas
sin saber hasta dónde van a prolongarse.
Yo quiero que mis raíces se difundan
y perforen el aire de la vida.

No importa que se destruyan como las hojas viejas
si van de hueco en hueco sembrando pensamientos.
Escuchad: no lancéis nuestros cuerpos al estío,
no rompáis los canales de la sangre,
no convirtáis en viento
lo que fue luz ardiente, campo abierto,
monedas infinitas de todos los sonidos
que funden las carnes y las formas
en perdurables hornos.
Que no nos abata
el pensamiento de la muerte


Obras
  1. 33 poemas, 2001
  2. Poemas (Antología), 1999
  3. A orillas de la sombra, 1993
  4. Los rostros de los niños, 1981
  5. Los rostros de los niños, 1981
  6. La casa de los espejos, 1975
  7. La sombra de los rostros, 1967
  8. Estación del ritmo, Primer Premio Concurso de Poesía Emilio Padilla, 1966
  9. La voz sobre la nada, 1963
  10. Altos muros, 1961

¡Libertad... para pensar!

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