Historia de vida: Ora por mí
Monumento Puente de Boyacá, Tunja, Colombia. |
Revoloteo entre las bancas mientras sus gestos dolientes me interrogan, no se acostumbra a mi respuesta. La evado, busco a Juan y mis recuerdos felices: los primeros besos, las razones traídas como al descuido, los encuentros casuales y la enorme felicidad de saberme única.
Juan no tenía chance de entrar en mi casa, era una “liebre” de mi hermanastro mayor, se odiaban. Por extensión debía compartir este sentimiento. Pero Juan era lindo y nuestra vida un vértigo. Me gustaba sentir la tibieza de su cuerpo contra el mío, la firmeza en su voz al pronunciar mi nombre. Verlo dar órdenes a la pandilla y mutar el odio por alegría cuando regresaba a mí tras cada combate.
Mi vida con Juan también probó lo amargo. A los 14 años me convertí en su mujer contrariando las órdenes de mamá, que insistía en darle forma a lo efímero. Salí de casa “frentiandola”, para obligarla a vivir lo que llamaba “su peor vergüenza”. Hizo hasta lo imposible por devolverme, demostró a los trabajadores sociales y psicólogos que su casa era mejor opción que la calle.
El cuarto que compartí con Juan era un refugio cálido al que volvía
por costumbre. El
día de mi partida Juan puso en nuestra despedida la misma pasión
que lo arropaba en sus riñas barriales. Yo adopté la forma del
enemigo y él no tuvo otra opción que defenderse, a pesar y en
contra de sí mismo.
Aquella tarde, como otras tantas, el juego
consistía en dejarme hacer: sentir sus golpes contra mi cara, un
puntapié en las rodillas o en los muslos, tirones en mi cabello
y palabras que herían cual cuchillos. Pero esta vez el juego
pasó a otro nivel: Juan sacó la misma arma con que se defendía
del olvido y apuntó a mi cabeza, el sonido sordo ahogó cualquier
otro ruido que me devolviera al mundo. Me llevé la mano al vientre y no pensé en nada, como no
pienso ahora, mientras mamá se levanta pesadamente del suelo.
¡Libertad... para pensar!
Muy bueno el relato. Muy linda prosa la tuya.
ResponderBorrarSaludos!
Gracias, Natalio. Tus palabras son un gran estímulo para perseverar en este intento. Saludos
BorrarYa entiendo pq tardas tanto en publicar jijiji. Buen trabajo!
ResponderBorrarQué linda, viniendo de ti es todo un cumplido. Muchas gracias por comentar
BorrarMe ha encantado, seguiré con otros..; Gracias por tu oferta. Lour
ResponderBorrarHola, Enma. Me alegra que te gustara el escrito. Espero encuentres algo interesante en los otros que revises. Siempre bienvenida a este espacio y gracias por pasarte. Saludos
BorrarMuy buen y reflexivo relato sobre la violencia de género, siempre es positivo recorrer tu amplio Horizonte Femenino, un abrazo!
ResponderBorrarHola, Graciela. Gracias por acercarte a conocer esta visión particular sobre la violencia y sus peores consecuencias. Un abrazo
BorrarQue historia, para reflexionar y abrir bien los ojos, la violencia engendra más violencia y nunca se acaba. ¡¡Abrazo!!
ResponderBorrarGracias, Leonardo. La violencia sin duda es un caldo de cultivo que produce nuevas situaciones conflictivas, que desbordan la comprensión que tenemos de las cosas y de los fenómenos tipificados como violentos. Historias como estas nos ayudan a dimensionar mejor otras realidades que aunque parezcan incomprensibles, dan cuenta de formas particulares de hacer frente a la adversidad
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